Pocas veces me habrán oído hablar, mucho menos escribir sobre un libro imprescindible. Vita A Cor lo es. También es un libro meticuloso, como un escritor STaM (abreviatura de sofer <escriba o copista calígrafo ritual especializado> de sefer tora <Biblia>, tefilin <filacterias> y mezuzot <pequeña cápsula en la que se introduce un rollo de pergamino conteniendo la plegaria "Oye, oh Israel, el Señor nuestro Dios es Único>). “Somos todos escribas de textos sacros”, dice David Alberto Fuks, quien sin embargo se ha permitido, sin cometer pecado alguno, acudir a la memoria y jugar con el lenguaje para cambiar ciertas letras de este texto sacro. Así sucedió con Collodi cuando, a pedido de su editor, rescata al muñeco de la muerte sofocado por sus innumerables faltas, al final del capítulo XV de la versión original, para transformarlo en niño de verdad. En Hombre de Verdad sólo es posible cuando se adquiere una comprensión profunda de uno mismo; esta transformación es lo que no podemos eludir.
“Cuál mapa trazar” entonces, podríamos preguntarnos con él, qué dirección tomar en su abordaje. Sucede que Vita a Cor nos lleva por asociación sonora a bitácora -necesaria para guardar el norte libre de perturbaciones y hacer avanzar al buque/poemario el rumbo preciso-, y a cuaderno de bitácora, donde se registra todo acontecimiento de importancia durante la travesía. Si además lo tradujéramos como Vida al Corazón, podríamos inferir que también es vida a corazón abierto, un corazón que arde de preguntas y de esperas; y por último a vientre abierto, ya que es necesario dar a luz y recibir en nuestro seno a este libro que espina, a los impares, a aquella raza de elegidos, a los poetas y, juntos, tomar conciencia de la “urgencia de la acción”.
“Escribir en el fuego del juego” tanto como leer Vita a Cor con una mirada alerta implica riesgos; “¿dónde el alfil en vilo?” -nos provoca David-, “las cosas que no pasan pesan/ las cosas que nos pasan los pies nos pisan”. Por eso es imperioso escribir y leer “biblias incómodas”, aquéllas que -como este poemario- atacan subrepticiamente la marcha provocadora del tiempo, la memoria, el hambre que se cuela entre los desposeídos... para que se levanten los gritos, las pan cartas todas. “Sin piquetes ni poesía/ no hay visibilidad de la pobreza”, como tampoco de la verdad o de la historia.
De no ser así seguiremos encadenados a un corazón de piedra. En esta lucha, David Fuks no sucumbe; calza –mesiánico o prometeico-, la piel de todos los hombres y tenaz afirma: “Cada vez precisaré devorar/ de mi piedra un añico más" y nos invita a hacer lo mismo.
Marcela Predieri ,Mar del Plata
Es en la misma circulación de las cosas que viven donde se plasma el
ritmo cardíaco y mecanicista de las cosas que dan vida. Como un
dualismo esférico y concluido en la diástole y la sístole de una aliteración.
Vita a Cor sustituye la identidad del universo con elementos cordiales
que reivindican la irrupción de toda existencia. Y en esa coacción surge
lo nutricional del texto que redime a la franja culpable del nacimiento.
El poema actúa como un transplante artesanal sometido a la dinámica
del tiempo, en sus márgenes más surrealistas fluye la consistencia de lo
lúdico recreada por la génesis de una palabra convertida en sangre.
Son apenas riesgos integrales los que detienen o podrían detener el
último latido, el aún no estipulado en la vorágine del cuerpo manchado
de mundo. En las casas del río, la niñez, las premoniciones y la mujer
se esconde el descanso propicio para constituir el acuerdo.
Vita a Cor cancela las formas del sin sentido a la luz establecida en
las arterias de la sintaxis. Erigiendo la exactitud de las piezas que trans-
migran su profundidad, en los ojos decantados por una mirada propia.
El vitalismo resarcido del lenguaje en los moldes del dolor.
Fabricio Simeoni, Rosario
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